Las “pruebas para VIH” no son adecuadas
Las denominadas pruebas para el VIH, como los métodos ELISA, Western blot y Carga Viral, no son sensibles ni específicas para detectar infección pasada o reciente con el VIH.
Mientras no se haya aislado y purificado al VIH y mientras persista la duda acerca de su existencia como un virus verdadero, no es posible garantizar que los resultados positivos en e
stas pruebas indiquen infección por el VIH.
Ni Luc Montagnier en el Instituto Pasteur de Paris, ni Robert Gallo en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, ni Jay Levy en la Universidad de California aislaron al VIH como ellos lo sostienen. Estos investigadores simplemente observaron en cultivos de linfocitos de personas con SIDA o a riesgo de desarrollarlo, proteínas, enzimas y fragmentos de ácidos nucleicos, pero jamás aislaron partículas virales libres e independientes. Como pensaron que tenían un virus desintegrado, con las proteínas aisladas prepararon antígenos para detectar anticuerpos en contra de estas proteínas que supuestamente pertenecerían al VIH. De esto se tratan las pruebas de Ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas, conocido por su sigla en inglés como ELISA y de Western blot, una técnica analítica usada para detectar proteínas específicas. Con los fragmentos de ácido nucleico prepararon los reactivos para la prueba de PCR, llamada “carga viral”. Sin embargo, tanto las proteínas, las enzimas, como los fragmentos de ácidos nucleicos pueden corresponder a proteínas liberadas por las células de las personas que han estado sometidas de manera crónica a productos tóxicos o a tratamientos con antibióticos.
Las personas reaccionan positivamente en dichas pruebas porque sus sistemas inmunes están oxidados y debilitados y esta es la razón por la cual estas personas tienen un mayor riesgo de desarrollar el SIDA, por lo tanto deberán tomar precauciones por el resto de su existencia.
El fenómeno conocido como VIH es entonces un marcador de intoxicación crónica e inmunodeficiencia pero no es la causa del SIDA, por el contrario, el fenómeno VIH es una consecuencia de la patogénesis del SIDA. Por lo tanto, ser “VIH positivo” no indica estar infectado por un virus, puesto que jamás se ha demostrado que el VIH sea en realidad un virus.
El gran error del SIDA se cometió debido a cinco factores fundamentales: prejuicio microbiológico, homofobia, racismo, corrupción social y crisis del establecimiento científico.
El exceso de teoría infecciosa o prejuicio microbiológico en la mente de investigadores, profesionales de la salud, periodistas y en el público en general, ayudó a que se cometiera este error y se lo mantiene y perpetúa. Este prejuicio proviene de la exageración de la teoría germinal promulgada por Pasteur y Koch, la cual brindó a su tiempo algunos beneficios a la medicina. Desafortunadamente, hoy se sigue pensando como a finales del siglo XIX, que todo es infeccioso, que todo se contagia y que debe haber un microbio que lo cause. Todas las personas del mundo se prepararon sin saber, a través de un siglo de pánico a los microbios, para aceptar el error acerca de la causa del SIDA.
El hecho de que los primeros casos del SIDA se presentaran en hombres homosexuales aumentó los sentimientos homofóbicos de todas las esferas de la sociedad. Debido a la alta frecuencia del SIDA en hombres homosexuales de países industrializados, se decidió arbitrariamente que esta enfermedad se transmitía por relaciones sexuales anales, sin embargo, no existe ninguna evidencia científica de la llamada transmisión sexual del SIDA.
El hecho del incremento del SIDA en la comunidad negra y en las comunidades pobres de África, ha permitido que investigadores estadounidenses y europeos propongan que el SIDA se originó en África debido a relaciones inapropiadas entre hombres y animales; para lo cual tampoco existe ninguna evidencia objetiva. Son simples concepciones racistas en las mentes de algunos investigadores que defienden al VIH como la causa del SIDA.
La corrupción generalizada es otro factor que ayudó a que se mantenga la gran mentira del SIDA. Muchos investigadores no trabajan por el interés del servicio a sus semejantes, sino por conseguir fama, reconocimientos y premios. Además, se ha creado una industria del SIDA muy rentable y aquellos cientos de miles que se benefician de ella, se oponen y se opondrán con todas sus fuerzas a que se corrija el rumbo.
Otro de los hechos que favoreció a la mentira del SIDA es la crisis que vive el establecimiento científico y por consiguiente sus fallas en la metodología investigativa. Ninguno de los postulados en que se basa la teoría infecciosa del SIDA cumple los requisitos del método investigativo. El SIDA no cumple los postulados de Koch ni los demás requisitos de la epidemiología para ser una enfermedad infecciosa. Ninguna de las bases de la hipótesis VIH/SIDA, ha sido demostrada a nivel objetivo. No son más que simples suposiciones teóricas. Prácticamente, todas las personas del mundo se acostumbraron a creer todo lo que les dicen los hombres de ciencia.
Desafortunadamente, la capacidad crítica y de cuestionamiento de las personas en la actualidad es prácticamente nula. No se piden las pruebas necesarias para las afirmaciones aparentemente científicas y con frecuencia los asuntos de la ciencia se definen en ruedas de prensa. La creencia popular de que el SIDA es una enfermedad infecciosa y de transmisión sexual, es una de las consecuencias de la crisis del establecimiento científico.
Muchas personas no se han enterado aún de esta polémica, debido a la terrible censura que ejerce el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos junto a la Organización Mundial de la Salud y a ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA.
La comunidad científica se ha equivocado muchas veces en el último siglo al considerar infecciosas muchas enfermedades que no lo son, como sucedió con la pelagra, considerada infecciosa hasta la aparición de los estudios del médico estadounidense Joseph Goldberger, quién demostró que era derivada de una deficiencia vitamínica; o el escorbuto, enfermedad producida por falta de vitamina C; o el beriberi, afección provocada por carencia de vitamina B1.
El error cometido con el SIDA, tiene una magnitud mayor por las repercusiones catastróficas sobre millones de personas que sufren de este síndrome tóxico/nutricional en diferentes grupos sociales de todos los continentes.
Ser VIH positivo no significa tener SIDA ni en el presente ni en el futuro.
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida se caracteriza principalmente por la caída de las defensas del organismo, y esto provoca la aparición de algunas de las numerosas enfermedades infecciosas y tumorales ya conocidas desde hace mucho tiempo.
Existen miles de casos de SIDA en los que los análisis no revelan la existencia de ningún virus y hay millones de individuos diagnosticados como VIH positivos que no han enfermado de SIDA.
Los tests no demuestran que alguien pueda estar infectado por el supuesto virus, y no detectan el VIH, sino los anticuerpos contra el mismo, es decir que muestran las defensas contra el supuesto VIH tal como sucede con otras enfermedades orgánicas donde la presencia de anticuerpos no significa necesariamente patología alguna.
El test ELISA puede dar hasta un 80% de falsos positivos y el Western Bloot hasta un 40% por las reacciones cruzadas que presentan contra otras enfermedades como hepatitis B, sífilis, esclerosis múltiple, artritis reumatoidea y otras. Y así también en situaciones normales una de cada 150 personas resulta sero positivo en el test de Western Bloot sin motivo aparente y el 12 % por tener verrugas o por el solo hecho de haberse vacunado contra la gripe.
Las causas del SIDA pueden estar directamente relacionadas con cinco tipos de estrés inmunológico:
• El “estrés toxicológico” por consumo de alcohol, de drogas, de estimulantes sexuales y de antibióticos; por los productos agroquímicos y los contaminantes tóxicos industriales presentes en el aire, en el agua y en los alimentos.
• El “estrés físico” ocasionado principalmente por los campos electromagnéticos debido al exceso del uso de equipos electrónicos, eléctricos y magnéticos. Nunca antes el ser humano estuvo expuesto a semejante variedad de campos electromagnéticos como lo estuvo a partir del siglo XX.
• El “estrés biológico” causado por agentes tóxicos vivos como los distintos tipos de virus, hongos, bacterias y parásitos. Esto se da principalmente en los países más pobres.
• El “estrés nutricional”, que se presenta cuando la persona no come por falta de alimentos o come lo que no debe comer, como la comida denominada “chatarra”. También se produce por el consumo excesivo de proteínas bovinas como las de los lácteos, y la carne.
• El “estrés emocional” ocasionado por la ansiedad, la depresión, el pánico, la tristeza crónica, el miedo a la muerte, al sufrimiento, al dolor, a la pérdida de seres queridos, a la pérdida del trabajo y a la discriminación; la insatisfacción permanente y falta de esperanza por un mejor futuro.
Hay 66 veces más suicidios entre los individuos “VIH positivos” que entre los “VIH negativos”. Muchas de estas muertes no se habrían producido de no haber sido por el terror hipnótico inducido por el diagnóstico.
Ser portador de VIH significa tener inmunodeficiencia y paradójicamente el tratamiento que utiliza la medicina oficial tiene entre otros efectos perjudiciales la inmunodepresión, ya que, por ejemplo, el AZT destruye células que teóricamente debería proteger. Incuestionables estudios demuestran que la azidotimidina, o AZT no sirve para nada, entre ellos los del profesor César Milstein.
Así como muchas personas que creen que van a tener un cáncer es muy probable que por su creencia, sus miedos y otros factores, se lo generen realmente, también aquellas personas convencidas de tener en su sangre un virus que terminará matándolos pueden morir realmente. En cambio las que llevan varios años como VIH positivos, gozando de buena salud, tienen en común haberse informado fehacientemente y no haber creído en la existencia del virus.
No es novedad que el sistema de creencias es fundamental para enfermarse y para curarse –ya en la época en la que los brujos de las tribus señalaban con un hueso a uno de los suyos, diciéndole que en poco tiempo moriría, el mismo terminaba realmente por morir. En cambio los conquistadores, a quienes los brujos señalaban con su hueso, no registraban problema alguno, pues en su sistema de creencias no figuraba la programación de tener que morir por ser señalados por un hueso.
Es importante mencionar que cuando se analiza la distribución de los afectados por SIDA en el mundo se encuentra que el mayor número reside en el África subsahariana, en países como Botswana, Lesotho y Zimbabwe, donde hasta el 40 por ciento de la población está afectada. En América, el país con mayor número de personas diagnosticadas con SIDA es Haití, con un 6 por ciento de la población; una cifra muy por debajo de los países africanos.
Los americanos y europeos esgrimen que la gran cantidad de afectados en África se debe a la promiscuidad, cuando en realidad se debe a que en esos países se encuentra la mayor cantidad de personas, sobre todo mujeres, que padecen de una profunda tristeza crónica debido a las condiciones de extrema pobreza, sometimiento y marginación en las que viven.
En contraposición, existen en el mundo lugares con muy baja cantidad de afectados por el SIDA. Países como España, México, Venezuela, Colombia y Brasil tienen los menores índices de afectados; incluso en las favelas de Río de Janeiro o de San Pablo la cantidad es ínfima. Aquí cabría preguntarse cuál es el factor determinante para esta distribución de afectados. Resulta que, según encuestas realizadas en Suiza, estos países están entre los más felices del mundo; y a pesar de que en ellos también existe pobreza y marginación, las personas viven con una actitud positiva, poco temerosa y de gran alegría.
Lo importante es salir de la hipnosis inducida por el miedo. Pero cabría preguntarse si los individuos que fueron señalados como VIH positivos quieren salir de la hipnosis o les es más fácil echarle la culpa a un virus “asesino” de los padecimientos que les causa el SIDA sin siquiera esforzarse por encontrar otra alternativa para dejar atrás la enfermedad.
El miedo puede matar más que cualquier virus. La alegría y la felicidad pueden ser de gran ayuda para arrancar de raíz cualquier enfermedad.
Fuentes:
• http://www.holisticamente.com.ar/sida.htm
• Revista “El Guardian de la Salud” edición Nº69
• http://muybuenasnuevas.blogspot.com/2010/04/el-vih-no-existe.html
• http://www.buscasdeweb.com/blogg/el-sida-se-cura-el-vih-no-existe-mitos-de-la-enfermedad-del-siglo/
• Dr. Roberto Giraldo – “La gran estafa del SIDA”
Editor responsable: Marcelo Quiroga
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión también importa.